Subimos a la colina de Calton Hill. Desde arriba hay unas vistas muy buenas de la ciudad y se divisa el mar. En esta colina se encuentran varios monumentos que hay que ver:
-National Monument: es una especie de Partenón que tenía por objetivo honorar a los muertos escoceses en las Guerras Napoleónicas. El proyecto, se empezó en 1822 pero se quedó sin fondos cuando tan sólo se habían completado las 12 columnas que se pueden ver hoy en día.
-Burns Monument: construido en 1830, este templete de estilo griego se construyó para rendir Robert Burns (o Rabbie Burns, cómo le llaman sus compatriotas).
Aparte de señalar el lugar en el que se ubicaba el mercado, también tenía otras funciones.
Cementerio Greyfriars-26A Candlemaker Row, Edinburgh EH1 2QE
Greyfriars historias misteriosas y muchas leyendas.
Permíteme compartir una fascinante anécdota acerca de las rejas que aún se mantienen en algunas tumbas. En una época pasada, los cadáveres recién fallecidos tenían un valor inestimable para los estudiantes de medicina en la renombrada Universidad de Edimburgo. Durante un período en el que las ejecuciones eran comunes, el suministro de cuerpos para los estudios médicos no era un problema. Sin embargo, el desafío surgió cuando las ejecuciones dejaron de estar en boga.
Fue entonces cuando los "rescatadores de cuerpos", personas dedicadas al arte del robo post mortem, entraron en escena. Estos individuos se encargaban de arrebatar los cadáveres recién fallecidos y transportarlos a la universidad. En aquellos tiempos, el robo de cuerpos no estaba prohibido por la ley, pero sí lo estaba el saqueo de sus pertenencias. Por esta razón, los familiares comenzaron a vigilar celosamente a sus seres queridos difuntos, desencadenando así una ingeniosa respuesta.
Para proteger los restos de sus seres queridos, comenzaron a instalar rejas en las tumbas, una medida que perduró hasta que la Segunda Guerra Mundial generó una urgente necesidad de acero y las rejas se volvieron obsoletas. A día de hoy, aún podemos observar algunas de estas históricas rejas, recordatorios de una era en la que incluso en la muerte, la lucha por la protección de los seres queridos era una prioridad.
John Gray, un policía nocturno de Edimburgo, le regalaron para hacer sus rondas nocturnas un Skye Terrier llamado Bobby. Eran inseparables. En 1858 John murió de tuberculosis y fue enterrado en el cementerio Greyfriars Kirkyard.
Bobby era tan dulce y leal a su dueño que, en lugar de aventurarse por la ciudad en busca de comida y abrigo, optó por quedarse junto a la tumba de Gray. Los corazones de los vecinos se conmovieron profundamente ante la conmovedora devoción de este pequeño terrier, y durante años se ocuparon de llevarle cariñosamente alimento. Incluso, en los fríos y crudos días de invierno, construyeron con amor una diminuta casita a su lado, al resguardo de la tumba de John.
Bobby permaneció en ese cementerio durante 14 años adicionales, acompañando eternamente el descanso de su amado amo, hasta que finalmente partió. En su memoria, erigieron una pequeña tumba con su nombre, un humilde tributo a su inquebrantable fidelidad que perdurará por siempre.
¡Es una plaza rebosante de historia y misterio! Este lugar, que en tiempos remotos fue el epicentro de horrores, es hoy uno de los rincones más fascinantes de la ciudad. ¿Puedes creer que aquí se llevaban a cabo ahorcamientos y linchamientos?
Déjame llevarte a un viaje al pasado, a través de las sombrías leyendas que habitan en estas calles empedradas. Una de las más célebres es la inquietante historia de Maggie Dickson, que se ha convertido en una leyenda viva de Edimburgo.
Maggie Dickson, una joven de la ciudad, cayó en las redes de un pescador que le prometió un futuro brillante y estable. Sin embargo, la realidad resultó ser más oscura de lo que jamás imaginó. Su esposo la abandonó, un acto inaudito en aquellos tiempos. La sociedad no permitía a los hombres dejar a sus esposas de manera tan descarada.
Maggie, desesperada, tomó una decisión que cambiaría su vida para siempre. En 1723, escapó a Kelso, un pintoresco pueblo al sur de Edimburgo. Allí, encontró refugio en una posada cuyo dueño le ofreció techo y comida a cambio de sus servicios como limpiadora.
En medio de los quehaceres cotidianos, el destino le tenía preparada una sorpresa. Maggie se enamoró perdidamente del hijo del posadero. Sin embargo, su historia de amor se vio empañada por una tragedia inimaginable. Quedó embarazada, pero el bebé llegó al mundo prematuramente y, lamentablemente, no sobrevivió.
La joven Maggie, en un acto desesperado, decidió ocultar la existencia y la muerte de su hijo. Caminó hasta las orillas del río Tweed con la intención de hacerlo desaparecer entre sus aguas. Pero en ese instante, un inquietante encuentro cambió su destino. Voces repentinas la alertaron de la presencia de un hombre que la observaba. Maggie, presa del miedo, dejó al bebé en la orilla del río y emprendió una desesperada huida. Sin embargo, la justicia la alcanzó antes de que pudiera escapar muy lejos.
En los turbulentos días de antaño, cuando cualquier cosa parecía ser un delito a ojos de la ley, ¿qué misterioso pecado podría llevar a alguien a enfrentar la horca? ¿Adulterio, tal vez? ¿Quizás un oscuro acto de asesinato? Sorprendentemente, nada de eso. La protagonista de nuestra historia, Maggie Dickson, fue condenada a la siniestra pena de la horca por nada menos que ocultar su embarazo, ¡sí, lo escucharon bien! En aquel tiempo, mantener en secreto el milagro de la vida estaba castigado con la pena capital.
El escenario de esta intrigante historia se sitúa en el lejano 2 de septiembre de 1724, en el bullicioso Grassmarket de Edimburgo. La ejecución de Maggie era inminente, siguiendo la costumbre, se le otorgó la oportunidad de expresar su última voluntad y disfrutar de una última copita de whisky. Y así, frente a los ojos curiosos de los ciudadanos de Edimburgo, se llevó a cabo el ahorcamiento de la desdichada Maggie.
Pero, oh, el destino tenía preparada una sorpresa. Poco después de que certificaran su fallecimiento, mientras el cuerpo de Maggie se disponía a ser llevado para su sepultura, se oyeron perturbadores gritos y golpes procedentes del interior del ataúd. La multitud que seguía la macabra procesión hacia el cementerio quedó estupefacta. ¿Podría ser cierto? ¡Sí, lo era! Cuando finalmente abrieron el ataúd de madera, allí yacía Maggie, ¡viva y coleando!
La incredulidad se apoderó de la multitud. Los habitantes de Edimburgo estaban en un estado de euforia desenfrenada, pues ahora tenían la oportunidad de presenciar dos ejecuciones en un solo día. El whisky y la cerveza fluían en abundancia, las risas y los murmullos llenaban el aire. La pobre Maggie, más desdichada que cualquier alma, se preparaba para enfrentar la horca por segunda vez.
Sin embargo, en ese momento crucial, una voz surgió de entre los expectantes espectadores, un hombre valiente se levantó y pronunció las palabras que cambiarían el rumbo de los acontecimientos. "Por voluntad divina, esta mujer no ha fallecido cuando fue sentenciada. No es justo someterla nuevamente a juicio por un delito por el cual ya ha sido condenada".
¡Y así, la vida de Maggie Dickson se salvó gracias a lo que algunos llamarían un verdadero milagro! La historia de la resurrección de Maggie Dickson pronto se convertiría en una leyenda que se transmitiría de generación en generación, un recordatorio de la misteriosa forma en que la vida y la muerte a veces entrelazan sus destinos.
Maggie Dickson había sido sentenciada a la pena de ahorcamiento, pero no a la muerte en sí. Dado que ya había experimentado la horca, su deuda con la justicia se consideraba saldada, y en consecuencia, Maggie era declarada inocente. Como se asumía que la ejecución por ahorcamiento culminaría con la muerte, la promesa de "hasta que la muerte os separe" se consideraba cumplida. Por lo tanto, Maggie no solo recuperaba su inocencia, sino que también recobraba su libertad para reconstruir su vida si así lo deseaba.
Con un atisbo de incredulidad debido a los efectos del alcohol en su organismo, Maggie descendió del cadalso y expresó su gratitud a la divinidad por haberle concedido una segunda oportunidad en la vida. A partir de ese momento, Maggie se convirtió en una figura ampliamente reconocida, y le otorgaron el apodo de "Half Hangit Maggie" (Maggie, la medio ahorcada).
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High Court- Dirección: Parliament House, Parliament Square, Edinburgh EH1 1RQ.
Cuando Edimburgo comenzó a tomar forma hace casi nueve siglos, Mary King's Close estaba estratégicamente ubicada junto a una de las arterias principales de la famosa "Milla Real". La ciudad estaba plagada de lo que ellos llamaban "Closes", callejones sin salida que a menudo eran más como recintos. Estos pasajes estaban bordeados de pequeñas casas y tiendas, proporcionando un acceso vital a través del accidentado terreno y los apretados barrios de la ciudad, extendiéndose desde las colinas hasta los niveles más bajos. ¿Adivina qué? ¡Algunos de estos pasajes aún puedes encontrarlos tanto en la superficie como bajo tierra!
Hace trescientos años, Mary King's Close estaba a plena luz del día. Sin embargo, los altos edificios de hasta catorce plantas que la rodeaban creaban una especie de penumbra perpetua, impidiendo que el sol se adentrara en los recovecos de la calle. Las personas que vivían en las plantas más bajas eran las menos afortunadas. La falta de luz solar era solo un problema menor en comparación con el verdadero desafío: las calles se convertían en auténticos ríos de aguas residuales que llegaban a las puertas de las viviendas más humildes.
En un escenario tan poco higiénico, deshacerse de los desechos era toda una experiencia. Los residentes anunciaban sus intenciones gritando "Garde Loue" a los desprevenidos transeúntes, quienes debían esforzarse al máximo para esquivar el 'regalo' que caía desde las ventanas. En los días de lluvia, la situación empeoraba, ya que las aguas arrastraban todos los desechos, desde heces hasta papel y suciedad, dentro de las casas.
En aquellos tiempos, la falta de conocimiento en materia de higiene y saneamiento era generalizada, y la gente no tenía idea de por qué enfermaba. La creencia popular era que la Peste Negra se debía a los miasmas invisibles, emanaciones malignas que supuestamente emitían cuerpos enfermos, materia corrupta o aguas estancadas. Además, se pensaba que las brujas, influenciadas por demonios, fantasmas y espíritus, eran las culpables de la enfermedad. Sin embargo, nadie se percató de que la verdadera causa residía en la inmundicia y la falta de higiene generalizada.
Tweeddale Court- En la parte posterior de este close estaba la mansión de Tweeddale ocupada por la dama Margaret Kerr, hija del 1r conde de Lothian. La mansión se convirtió en la sede del British Linen Bank. Desde 1817 hasta 1973 el edificio fue sede de los editores de Oliver & Boyd. Las puertas son las originales de hierro forjado.
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¡Bienvenidos a este rincón del vecindario donde el tiempo parece danzar al revés! Hace siglos, antes de que los coches y autobuses se apoderaran de las calles, este lugar era el hogar de las majestuosas caballerizas reales del impresionante Palacio Holyrood. Pero, ¿sabías que el nombre de este rincón con historia no proviene de la realeza, sino de una acogedora posada llamada White Horse Inn?
Y, ¿quién hubiera pensado que en este tranquilo callejón viviría un personaje tan peculiar como William Dick? ¡Oh, sí! Justo aquí, en este rincón mágico de la ciudad, encontramos el hogar del fundador de la renombrada Escuela Real de Estudios Veterinarios. Incluso hay una placa que, como un susurro del pasado, nos recuerda la huella que dejó este visionario. ¡Aquí, en el patio de vecinos, cada piedra esconde una historia esperando a ser descubierta!
The Queen's Gallery, --Dirección: Palace of Holyroodhouse, Canongate, The Royal Mile
https://www.royalcollection.org.uk/visit/the-queens-gallery-palace-of-holyroodhouse
En 1806, enfrentó acusaciones de malversación de fondos públicos, y aunque no fue declarado culpable, nunca volvió a ocupar su cargo. Entonces, ¿por qué alguien erigiría un monumento en su honor? En realidad, el monumento no fue financiado por el gobierno, sino, como indica una placa en él, "por las contribuciones voluntarias de los oficiales, suboficiales, marinos y marines". La razón es que Dundas era excepcional en navegar el sistema corrupto de la política georgiana, y muchas personas en Escocia se beneficiaron de su favor.
Saint Andrew Square - George Street, Edimburgo
El comercio de Dean Village sufrió una notable disminución hasta llegar al punto de convertirse en un lugar pobre y decadente alrededor de 1960. Diez años después, al percatarse de que se trataba de un lugar apacible muy cerca de la ciudad, comenzaron la rehabilitación de la zona para convertirla en una de las zonas residenciales más deseadas.
Para comer algo o tomar una copa es un sitio original y recomendable, no es caro. No hay que limitarse a lo que sería la sala de operaciones (que es espectacular) sino las otras dependencias, despachos, biblioteca, etc. en todas hay mesas y mucho ambiente. Tiene unos 40 tiradores de cervezas, también una selección de cervezas de todo el mundo.
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https://www.belhavenpubs.co.uk/
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